Nuestro cuerpo se ve fácilmente afectado por los cambios estacionales: es probable que el cansancio, la irritabilidad y los trastornos del sueño aparezcan cuando el tiempo cambia.
La piel también se ve afectada por este malestar generalizado y es bueno hidratarla con regularidad, lo que es aún más útil para quienes tienen dermatitis atópica.
De hecho, la transición del calor del verano al invierno puede provocar un recrudecimiento de los síntomas.
El frío se considera uno de los mayores enemigos de la piel, ya que tiende a resecarla en exceso, lo que provoca rojeces y, en algunos casos, grietas.
Con el otoño llegó el frío, que se considera uno de los mayores enemigos de la piel. Las temperaturas frías tienden a resecar excesivamente la piel, lo que provoca rojeces y, en algunos casos, grietas. Hoy vamos a ver cinco buenos hábitos que, además de los remedios tópicos, ayudan a cuidar la piel y a contrarrestar los síntomas de la dermatitis atópica.
El lavado de manos, al igual que el corporal, debe realizarse con detergentes neutros, no espumosos y sin jabón ni perfume. El mejor método de secado es el de los toques, evitando suavemente el roce.
¿Calentamiento por mil? Hay que evitarlo por completo. La calefacción del hogar debe estar controlada y ajustada a un máximo de 20°. Cuanto más seco sea el aire de la casa, mayor será la variación de temperatura entre el interior y el exterior.
La ropa también es crucial en la prevención: algunos tejidos deben evitarse, otros son recomendables. Sí al algodón, las fibras y los tejidos transpirables, no a la lana y a los tejidos sintéticos, especialmente en contacto con la piel.
También hay que hidratar la piel desde dentro, bebiendo al menos dos litros de agua al día, idealmente combinada con infusiones y zumos de frutas y verduras frescas.