El calor del verano puede ser un problema para los hipertensos. En efecto, las altas temperaturas pueden afectar a la tensión arterial, agravando los síntomas de quienes la padecen.
Sin embargo, existen algunas medidas preventivas y correctivas que pueden ayudarle a gestionar mejor esta situación para evitar consecuencias desagradables. En este resumen, le proporcionaremos consejos prácticos para proteger su salud durante los meses más cálidos, permitiéndole disfrutar del verano sin excesivas preocupaciones por su bienestar.
La prevención es la clave, descubramos juntos cómo ponerla en práctica.
Cúbrase la cabeza y lleve ropa ligera para protegerse de la luz solar directa y facilitar la termorregulación.
Evite el consumo excesivo de sal, ya que puede contribuir al aumento de la tensión arterial. Elija alimentos bajos en sal y prefiera especias y aromatizantes para condimentar los platos.
Evite practicar deporte o realizar esfuerzos físicos durante las horas más calurosas del día, especialmente entre las 12.00 y las 18.00 horas.
Aumenta el consumo de alimentos frescos como frutas y verduras ricas en agua y potasio, como albaricoques, tomates, pepinos, sandía, melón y plátanos. También puedes tomarlos en forma de batidos o centrifugados. Opta por comidas ligeras y conserva bien los alimentos. Prefiera el pescado a la carne y el queso fresco a los quesos curados.
Beba al menos un litro de agua al día para rehidratarse y contrarrestar la pérdida de líquidos y minerales provocada por el sudor. Evita las bebidas frías, alcohólicas, azucaradas y carbonatadas.
Mídase la tensión arterial con frecuencia utilizando dispositivos fiables para un control preciso. Preste atención a síntomas como agotamiento, mareos, sudoración y sensación de desmayo.
Evite levantarse rápidamente de la cama, para evitar la posibilidad de pérdida de conocimiento (síncope). Acostumbre a su cuerpo a pasar de estar tumbado a sentado y, al cabo de unos instantes, a ponerse de pie. Si tienes que levantarte de la cama, sobre todo por la noche, hazlo despacio, haciendo pausas intermedias como sentarte en el borde de la cama unos minutos antes de ponerte de pie.
Mójese las manos, las muñecas, los tobillos, los pies, la cara y el cuello a menudo con agua fresca para favorecer la rehidratación y el bienestar.
Duerme con las piernas elevadas sobre una almohada para favorecer la circulación sanguínea, ya que el calor puede ralentizarla y provocar un estancamiento de líquidos en las extremidades inferiores, lo que se traduce en una disminución de la presión.
Utilice ventiladores o aparatos de aire acondicionado, si es posible, para mantener el ambiente fresco y favorecer una mejor termorregulación corporal.
Limite el consumo de bebidas con cafeína, como el café y el té, ya que pueden tener un efecto diurético y aumentar la pérdida de líquidos.