El linfoma es una enfermedad del sistema linfático, es decir, del conjunto de tejidos que tienen la función de defender al organismo contra agentes externos y enfermedades. En concreto, el linfoma de Hodgkin puede afectar a órganos como los ganglios linfáticos, el bazo, el timo, la médula ósea y otras zonas pequeñas del cuerpo, antes de extenderse por todo el organismo.
Cuanto más avanza la enfermedad, más se deteriora la capacidad del organismo para luchar contra las infecciones. Son muchos los factores de riesgo que conocemos, pero actualmente no existe ningún método de prevención específico, ya que se considera una enfermedad rara.
El linfoma de Hodgkin es complicado de diagnosticar, ya que se caracteriza por síntomas similares a los de otras enfermedades muy comunes, y muchas veces los pacientes son completamente asintomáticos. En cuanto al tratamiento, depende del grado de avance de la enfermedad.
El linfoma es una enfermedad del sistema linfático, es decir, del conjunto de tejidos que tienen la función de defender al organismo contra agentes externos y enfermedades. En concreto, el linfoma de Hodgkin puede afectar a órganos como los ganglios linfáticos, el bazo, el timo, la médula ósea y otras zonas pequeñas del cuerpo, antes de extenderse por todo el organismo. Las células del sistema linfático (que son linfocitos B) tienen un crecimiento anormal y excesivo y pueden acumularse tanto en el propio sistema linfático como en otros órganos.
Edad: los grupos de edad de 20-30 y 50-60 años son los más afectados. También son los factores ambientales, más que los genéticos, los que tienen cierta influencia en la aparición de la enfermedad. Además, estadísticamente, los hombres se ven más afectados que las mujeres. El virus de Epstein-Barr, responsable de la mononucleosis infecciosa, y ciertas condiciones de inmunodepresión también pueden favorecer la aparición de este tipo de linfoma. Por último, el linfoma de Hodgkin es más frecuente en el norte de Europa, Estados Unidos y Canadá, y menos en los países asiáticos.
La única forma de prevenir este tipo de linfoma es mantenerse alejado de todos los factores de riesgo más comunes. No hay forma de predecir la aparición de esta enfermedad, ya que se considera muy poco frecuente.
Al ser una enfermedad que provoca síntomas comunes a otras enfermedades, es bastante difícil de diagnosticar. Los pacientes suelen descubrirlo al someterse a una radiografía de tórax por otros motivos. Una persona con linfoma de Hodgkin puede presentar fiebre, sudores nocturnos, fatiga, pérdida de peso, dolor o hinchazón abdominal, picor persistente y dolor torácico, tos o dificultad para respirar, dependiendo del lugar de aparición de la enfermedad.
Si se sospecha un caso de linfoma de Hodgkin, se toma una biopsia de ganglio linfático o una muestra de tejido de un ganglio linfático patológico. A continuación, el médico realizará las pruebas oportunas para averiguar de qué tipo de células se trata, si neoplásicas o no. También se realizan al paciente análisis de sangre y una biopsia de médula ósea, así como un PET, un TAC o una resonancia magnética para sondear la extensión del tumor.
La terapia contra este tipo de enfermedad depende del grado de progresión de la enfermedad (de I a IV en función del número de focos infiltrados y de la presencia de localización en órganos no ganglionares). Sin embargo, gracias a la investigación y a los nuevos protocolos clínicos, la mayoría de las personas tratadas por linfoma de Hodgkin alcanzan la remisión completa de la enfermedad.